jueves, 18 de julio de 2013

Basílica San Pablo Extramuros


 
La Basílica de San Pablo Extramuros es, después de San Pedro, la iglesia más grande de Roma. Imponente y monumental, se destaca más aún por el amplio espacio que la separa de los edificios circundantes. Surgió en la primera mitad del siglo IV por voluntad del emperador Constantino, en el lugar que la tradición indica como la tumba del Apóstol Pablo. Cada año se clausura solemnemente -el 25 de enero, día de la conversión de san Pablo- la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos.


Ubicación: en la romana vía Ostiense. Fuera de las murallas de Roma, a 11 kilómetros de San Pedro y cerca de "Las tres fontana", donde San Pablo fue martirizado. 

El edificio de Constantino
En el año 313 el Emperador Constantino promulgó el Edicto de Milán, con el cual le puso fin a las persecuciones contra los cristianos e les otorgó la libertad de culto, favoreciendo así la construcción de lugares de oración.

Es así como el lugar del martirio de San Pablo, meta de peregrinaciones ininterrumpidas desde el primer siglo, fue monumentalizó con la creación de (un edículo) una pequeña basílica, de la cual se conserva ahora sólo la curva del ábside. Se debería tratar de un pequeño edificio de tres naves probablemente y en el que, cerca del ábside, estaba la tumba de San Pablo, ornamentada con una cruz dorada.
 
La espléndida Basílica de los Tres Emperadores
La pequeña iglesia de Constantino resultó ser demasiado chica ante el gran flujo de los peregrinos, y por ello se consideró necesario destruirla para dar lugar a una basílica más grande y cambiarle la orientación, del este al oeste.

La Basílica de San Pablo, con su imponente estructura bizantina, es la más grande basílica papal de Roma después de San Pedro en El Vaticano; tiene 131, 66 m de longitud, 65 de ancho y 30 m de altitud. Tiene cinco naves (la nave central mide 29, 70 y está flanqueada por cuatro naves laterales), sostenidas por una “selva” de 80 columnas monolíticas en granito.

Del siglo IV al VIII
Los Papas, testimoniando el amor de la Iglesia por este lugar, no dejaron de restaurarlo y embellecerlo con la añadidura de frescos, mosaicos, pinturas y de capillas, a lo largo de los siglos: León el Grande (440 – 461) mandó cubrir con mosaicos el Arco Triunfal, reedificó el techo y ordenó la realización de la famosa serie de retratos de tondos con retratos de los papas, hechos en mosaico, que recorren todas las arcadas de la nave central; Hoy en día pueden verse estos retratos, en un friso que se extiende sobre las columnas que separan las cuatro naves, pasillos y el transepto. El retrato del Papa Benedicto XVI está ya colocado e iluminado en su correspondiente lugar. Algunos de los retratos de la serie de los retratos originales, pintados al fresco, se conservan en el monasterio benedictino y en el museo anexo de la Basílica.

El Papa Símaco, en el siglo VI, mandó reestructurar el ábside y reconstruir pequeñas habitaciones para los peregrinos pobres. Desde hace más de trece siglos, por voluntad del Papa Gregorio II (715 – 731) los monjes benedictinos custodian la tumba de San Pablo, atendiendo pastoralmente con el carisma monástico, la Basílica del Apóstol de las Gentes. El Papa León III (795 – 816) mandó poner la primera losa de mármol tras el terremoto del 801.

Del siglo IX al XI
El Papa Juan VIII (872-882) fortificó la basílica, el monasterio, y los alojamientos de los campesinos, formando la ciudad de Joannispolis. El Papa Gregorio Magno, que fue abad del monasterio antes de ser elegido Papa, mandó a realzar el enlosado del transepto y edificar un campanario, destruido después en el siglo XIX. Otra obra importante durante su pontificado fue la colocación, en la entrada de la Basílica, de una espléndida puerta bizantina formada por 54 paneles con ataujías de plata y realizada por artistas de Constantinopla.

La edad de oro
Durante el siglo XIII la Basílica se enriqueció prodigiosamente de obras de arte: Inocencio III mandó arreglar el gran mosaico del ábside (el cual tienen una longitud de 24 m, y una altitud de 12 m.), se iniciaron las obras para construir el espléndido claustro del Maestro Vassallectus, y en el año 1285 se erigió el magnífico baldaquino gótico de Arnolfo de Cambio. El monumental candelabro para el Cirio Pascual, que es una verdadera columna honoraria con una altura de 6 metros aproximadamente, está totalmente ornamentado por bajorrelieves de estilo románico inspirados en la decoración de los sarcófagos y que expresan diversas historias del Nuevo Testamento.

Desde siempre, esta Basílica fue meta incesante de fieles y peregrinos provenientes de todas partes del mundo, para venerar al "Apóstol de los gentiles", que con su palabra y sus escritos contribuyó - en los primeros años de vida de la Iglesia- a la difusión del mensaje cristiano en modo determinante. A fines del primer Año Santo del 1300, fue incluida en el itinerario jubilar para obtener las indulgencias. La Basílica quedó prácticamente intacta en su aspecto extraordinariamente sugestivo de templo patriarcal paleocristiano, hasta inicios del siglo XIX. En 1823 fue destruida casi completamente por un terrible incendio, provocado por el descuido de los vigilantes en la restauración del techo. A León XIII le tocó la ardua tarea de iniciar la reconstrucción de la Basílica. En los trabajos de reconstrucción se encontró un sepulcro sumamente antiguo (de antes del siglo IV) con esta inscripción: "A San Pablo, Apóstol y Mártir".  Los trabajos continuaron activamente bajo el pontificado de Pío IX que el 10 de diciembre de 1854 consagró la nueva Basílica.

La entrada a la Basílica de San Pablo se hace hoy como antiguamente, a través de un atrio precedido por un jardín. El atrio con sus 70 metros de lado y sus 150 columnas, es más solemne y amplio. En el jardín, entre flores y palmeras, se destaca la estatua de un San Pablo severo, obra de José Obici. El apóstol tiene en una mano la espada, símbolo de su martirio, y en la otra mano el libro que subraya su actividad de mensajero de la Palabra de Dios, escrita y proclamada. Pablo es el apóstol al que en modo especial se debe la difusión de la fe cristiana en el mundo greco-romano. Sus cartas y el texto bíblico de los "Hechos de los apóstoles" nos dan abundantes noticias sobre su vida, su pensamiento y su actividad. Ninguno de los apóstoles tiene una existencia tan documentada como San Pablo. Pablo nació en Tarso, un pueblo de Cilicia (actual Turquía), aproximadamente en el año 10 de la era cristiana. Al inicio fue un perseguidor convencido y encarnizado de la joven Iglesia. Convertido por Cristo, que se le apareció en el camino de Damasco, se transformó en el mensajero más decidido de la fe cristiana. Sus predicaciones lo llevaron a Chipre, Panfilia, Pisidia y Licaonia. La tradición indica que San Pablo murió decapitado aproximadamente en el año 67, en Roma. Las reliquias del Santo mártir de Cristo se veneran hoy en la cripta de la Basílica a él dedicada.
 
 
La Tumba de San Pablo

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