La Basílica
de San Pablo Extramuros es, después de San Pedro, la iglesia más grande de
Roma. Imponente y monumental, se destaca más aún por el amplio espacio que la
separa de los edificios circundantes. Surgió en la primera mitad del siglo IV
por voluntad del emperador Constantino, en el lugar que la tradición indica
como la tumba del Apóstol Pablo. Cada año se clausura solemnemente -el 25 de
enero, día de la conversión de san Pablo- la Semana de Oración por la Unidad de
los Cristianos.
Ubicación: en la romana vía Ostiense. Fuera de las
murallas de Roma, a 11 kilómetros de San Pedro y cerca de "Las tres
fontana", donde San Pablo fue martirizado.
El edificio
de Constantino
En el año 313 el Emperador Constantino promulgó el
Edicto de Milán, con el cual le puso fin a las persecuciones contra los
cristianos e les otorgó la libertad de culto, favoreciendo así la construcción
de lugares de oración.
Es así como el lugar del martirio de San Pablo,
meta de peregrinaciones ininterrumpidas desde el primer siglo, fue
monumentalizó con la creación de (un edículo) una pequeña basílica, de la cual
se conserva ahora sólo la curva del ábside. Se debería tratar de un pequeño
edificio de tres naves probablemente y en el que, cerca del ábside, estaba la
tumba de San Pablo, ornamentada con una cruz dorada.
La
espléndida Basílica de los Tres Emperadores
La pequeña iglesia de Constantino resultó ser
demasiado chica ante el gran flujo de los peregrinos, y por ello se consideró
necesario destruirla para dar lugar a una basílica más grande y cambiarle la
orientación, del este al oeste.
La Basílica de San Pablo, con su imponente
estructura bizantina, es la más grande basílica papal de Roma después de San
Pedro en El Vaticano; tiene 131, 66 m de longitud, 65 de ancho y 30 m de
altitud. Tiene cinco naves (la nave central mide 29, 70 y está flanqueada por
cuatro naves laterales), sostenidas por una “selva” de 80 columnas monolíticas
en granito.
Del siglo IV
al VIII
Los Papas, testimoniando el amor de la Iglesia por
este lugar, no dejaron de restaurarlo y embellecerlo con la añadidura de
frescos, mosaicos, pinturas y de capillas, a lo largo de los siglos: León el
Grande (440 – 461) mandó cubrir con mosaicos el Arco Triunfal, reedificó el
techo y ordenó la realización de la famosa serie de retratos de tondos con
retratos de los papas, hechos en mosaico, que recorren todas las arcadas de la
nave central; Hoy en día pueden verse estos retratos, en un friso que se
extiende sobre las columnas que separan las cuatro naves, pasillos y el
transepto. El retrato del Papa Benedicto XVI está ya colocado e iluminado en su
correspondiente lugar. Algunos de los retratos de la serie de los retratos
originales, pintados al fresco, se conservan en el monasterio benedictino y en
el museo anexo de la Basílica.
El Papa Símaco, en el siglo VI, mandó reestructurar
el ábside y reconstruir pequeñas habitaciones para los peregrinos pobres. Desde
hace más de trece siglos, por voluntad del Papa Gregorio II (715 – 731) los
monjes benedictinos custodian la tumba de San Pablo, atendiendo pastoralmente
con el carisma monástico, la Basílica del Apóstol de las Gentes. El Papa León
III (795 – 816) mandó poner la primera losa de mármol tras el terremoto del
801.
Del siglo IX
al XI
El Papa Juan VIII (872-882) fortificó la basílica,
el monasterio, y los alojamientos de los campesinos, formando la ciudad de
Joannispolis. El Papa Gregorio Magno, que fue abad del monasterio antes de ser
elegido Papa, mandó a realzar el enlosado del transepto y edificar un
campanario, destruido después en el siglo XIX. Otra obra importante durante su
pontificado fue la colocación, en la entrada de la Basílica, de una espléndida
puerta bizantina formada por 54 paneles con ataujías de plata y realizada por artistas
de Constantinopla.
La edad de
oro
Durante el siglo XIII la Basílica se enriqueció
prodigiosamente de obras de arte: Inocencio III mandó arreglar el gran mosaico
del ábside (el cual tienen una longitud de 24 m, y una altitud de 12 m.), se
iniciaron las obras para construir el espléndido claustro del Maestro
Vassallectus, y en el año 1285 se erigió el magnífico baldaquino gótico de
Arnolfo de Cambio. El monumental candelabro para el Cirio Pascual, que es una
verdadera columna honoraria con una altura de 6 metros aproximadamente, está
totalmente ornamentado por bajorrelieves de estilo románico inspirados en la
decoración de los sarcófagos y que expresan diversas historias del Nuevo
Testamento.
Desde siempre, esta Basílica fue meta incesante de
fieles y peregrinos provenientes de todas partes del mundo, para venerar al
"Apóstol de los gentiles", que con su palabra y sus escritos
contribuyó - en los primeros años de vida de la Iglesia- a la difusión del
mensaje cristiano en modo determinante. A fines del primer Año Santo del 1300,
fue incluida en el itinerario jubilar para obtener las indulgencias. La
Basílica quedó prácticamente intacta en su aspecto extraordinariamente
sugestivo de templo patriarcal paleocristiano, hasta inicios del siglo XIX. En
1823 fue destruida casi completamente por un terrible incendio, provocado por
el descuido de los vigilantes en la restauración del techo. A León XIII le tocó
la ardua tarea de iniciar la reconstrucción de la Basílica. En los trabajos de
reconstrucción se encontró un sepulcro sumamente antiguo (de antes del siglo
IV) con esta inscripción: "A San Pablo, Apóstol y Mártir". Los trabajos continuaron activamente bajo el
pontificado de Pío IX que el 10 de diciembre de 1854 consagró la nueva
Basílica.
La entrada a la Basílica de San Pablo se hace hoy
como antiguamente, a través de un atrio precedido por un jardín. El atrio con
sus 70 metros de lado y sus 150 columnas, es más solemne y amplio. En el
jardín, entre flores y palmeras, se destaca la estatua de un San Pablo severo,
obra de José Obici. El apóstol tiene en una mano la espada, símbolo de su
martirio, y en la otra mano el libro que subraya su actividad de mensajero de
la Palabra de Dios, escrita y proclamada. Pablo es el apóstol al que en modo
especial se debe la difusión de la fe cristiana en el mundo greco-romano. Sus
cartas y el texto bíblico de los "Hechos de los apóstoles" nos dan
abundantes noticias sobre su vida, su pensamiento y su actividad. Ninguno de
los apóstoles tiene una existencia tan documentada como San Pablo. Pablo nació
en Tarso, un pueblo de Cilicia (actual Turquía), aproximadamente en el año 10
de la era cristiana. Al inicio fue un perseguidor convencido y encarnizado de
la joven Iglesia. Convertido por Cristo, que se le apareció en el camino de
Damasco, se transformó en el mensajero más decidido de la fe cristiana. Sus
predicaciones lo llevaron a Chipre, Panfilia, Pisidia y Licaonia. La tradición
indica que San Pablo murió decapitado aproximadamente en el año 67, en Roma.
Las reliquias del Santo mártir de Cristo se veneran hoy en la cripta de la
Basílica a él dedicada.
La Tumba de San Pablo