Las Islas
de San Pablo (conocidas como Selmunett) son unos islotes planos y bajos que se
encuentran en la Bahía de San Pablo en la Malta. Cuando la marea
baja, las dos porciones se unen, razón por la cual también se le llama Isla
de San Pablo. Su
historia está íntimamente relacionada con la vida del santo que según cuenta la
Biblia, desembarcó aquí en el año 60 tras un naufragio. Lugar de gran belleza
y, parece ser, sitio de milagros.
Los capítulos 27 y 28 de los Hechos de los Apóstoles narran
la historia de San Pablo quien vió saciada su sed por una fuente que
milagrosamente surgió en esta bahía. Hoy la Fuente del Apóstol o Ghajn Razul
recuerda ese “hecho”. Por esta misma zona, San Pablo arrojó una serpiente al
fuego donde hoy se levanta la Iglesia de tal-Huggiega o Iglesia de la Hoguera y
desde aquí fue llevado a presencia del gobernador romano Publius.
Siglos más tarde, en esta bahía desembarcó el conde normando
Roger I en el 1090 poniendo fin a la dominación árabe. También aquí
desembarcaron los 18.000 soldados árabes que en el siglo XV intentando invadir
la isla. Según la tradición, el mismo San Pablo fue visto descender del cielo
montado a caballo y con la espada desenvainada en defensa de los malteses, como
lo ha representado Mattia Preti en un cuadro que se conserva en la Catedral de
Mdina.
El capítulo 27 de los Hechos de los Apóstoles contiene
aquella célebre parte del diario de san Lucas donde se cuenta detalladamente el
naufragio. Fue en el otoño del año 60. Había que trasladar presos desde las
colonias romanas del Mediterráneo hacia Roma. Pablo era uno de ellos, bajo la
custodia del centurión romano Julio de la “cohorte augusta”. Salieron hacia
Adrumeto en Misia, Asia Menor, donde esperaban alcanzar una nave que fuese a
Italia. Cuando la nave zarpó de Cesarea de Filipo, el tiempo comenzó a
revolverse. Todos los presos iban esposados. A pesar de la tormenta lograron
llegar hasta Mira, donde el cargamento humano fue reembarcado en otra nave.
El mal tiempo les acompañó, echándolos a las playas de Creta
donde Pablo aconsejó pasar el invierno, pero Julio debía llegar a Roma con su
carga. Navegaron días y días llevados por la furia de las tempestades que los
echaba hacia las costas africanas sin que pudieran gobernar la nave. Según la
Biblia, Pablo pasaba los días en oración y fue entonces cuando recibió “un
mensaje”: No temas, Pablo, tú has de comparecer ante el Cesar, y he aquí que
Dios te ha concedido la vida de todos los que navegan contigo” (Hechos 27,24).
Y luego, como en las pelis, vio en sueños: “una isla que
emergía del mar, la cual nunca había visto, y una nave hecha pedazos en el
peñasco. “A esta isla – dijo la voz – habéis de ser arrojados”. A la mañana
siguiente vieron una playa arenosa entre altas paredes acantiladas y al
intentar llegar a ella, la nave encalló para comenzar a hundirse, y fue Julio
quien ordenó desencadenar a los reos para que cada uno se salvara como pudiera.
Y así llegaron a las costas de esta bahía de Malta, que hoy lleva el nombre del
santo.
El cristianismo tiene casi 2000 años de historia en Malta.
Según la leyenda, lo trajo a las Islas el mismísimo Apóstol San Pablo alrededor
del año 60 después de Cristo. Pablo iba a ser llevado a Roma para juzgarlo por
rebelde político pero el barco en el que viajaba junto con otras 274 personas
fue sorprendido por un violento temporal que hizo que naufragara dos semanas
más tarde en la costa maltesa. Todos los náufragos llegaron a salvo a tierra
nadando.
El lugar del naufragio se conoce tradicionalmente como Isla
de San Pablo y está marcado con una estatua que conmemora el acontecimiento.
La bienvenida que se dio a los supervivientes se describe en
los Hechos de los Apóstoles, San Lucas, (capítulo XXVIII) y cuando ellos se
marcharon se enteraron de que el nombre de aquella isla era Melita.
Y los bárbaros nos trataron con no poca amabilidad: porque
encendieron un fuego y nos recibieron a todos. La referencia de ‘bárbaros'
indica que aquellas gentes no hablaban ni latín ni griego, sino maltés, antiguo
idioma derivado del fenicio.
Al encender el fuego, Pablo fue mordido por una serpiente
venenosa pero no sufrió efectos adversos. Los isleños interpretaron esto como
una señal de que Pablo era un hombre especial. Esta escena se describe en
muchas obras de arte religioso de las Islas.
Según la tradición, el Apóstol San Pablo se refugió en una
cueva, conocida en la actualidad como las Catacumbas de San Pablo en Rabat,
Malta.
Durante su estancia invernal, el Apóstol fue invitado a la
casa de Publio, que ostentaba la máxima autoridad Romana en las Islas. Fue aquí
donde, según la tradición, Pablo curó al padre de Publio de una grave fiebre.
Se cree que entonces Publio se convirtió al cristianismo y fue nombrado primer
Obispo de Malta. También se cree que la Catedral de Medina está edificada en el
lugar que ocupó la casa de Publio.
Independientemente de la leyenda, hay pruebas arqueológicas
que demuestran con seguridad que Malta fue una de las primeras colonias romanas
que se convirtió al cristianismo.